Hoy les traigo este nuevo posteo con un tema que es más común de lo que quisiéramos pensar‼️
Es aplicable a muchos ámbitos: familiares, laborales, y distintos vínculos afectivos .
Por mi parte no quisiera dejarlo separado del tema de Pervers@s Narcisistas que ya he venido tratando en mis redes. Si no lo viste puedes hacerlo en mi instagram @lic.veronica.britos.
Si colocamos una rana en un recipiente con agua fría y lo vamos calentando poco a poco la rana se irá adaptando, modificando su temperatura corporal para acomodarse, cuando se dé cuenta del peligro ya no tendrá energía suficiente para saltar fuera del recipiente y terminará muriendo hervida.
Esta analogía describe lo que nos sucede cuando, consciente o inconscientemente, nos adaptamos a situaciones, personas o relaciones que nos resultan perjudiciales y que afectan de alguna manera nuestro bienestar mental, emocional o físico.
En lo vincular se da una relación desigual, infeliz o abusiva durante largo tiempo.
Estas conductas hiper-adaptativas y sumisas que suelen ser vistas como virtudes suelen ser el resultado de una baja autoestima y de un abandono personal.
Es frecuente confundir o disfrazar este síndrome con actitudes sanas como la aceptación, la empatía, el amor o la paz interior.
En lo profesional tratamos a personas que, confunden el amor hacia otra persona con el olvido de si mismos o que tienen la creencia de estar manteniendo una actitud de madurez, cuando lo que sucede es que no están siendo capaces de enfrentarse a la realidad de una situación que les da miedo o les resulta dolorosa.
Los peligros de la sobreadaptación, el conformismo y la falta de contacto interno.
Este tipo de conducta se evidencian en relaciones dependientes, manipulativas, interesadas o abusivas.
En el terreno de la pareja, serían aquellas personas que permanecen en relaciones en las que se ha desarrollado algún tipo de dependencia, desigualdad o abuso emocional, psicológico, físico o económico.
Estaríamos eludiendo nuestra responsabilidad en el asunto cuando culpamos al agua, o a quien enciende el fuego, o al dueño del recipiente.👇
Muchas veces nos metemos en la olla y ponemos el agua a calentar: la anestesia interna en forma de falsa paz y tranquilidad, el elegir ignorar, permanecer en lo que nos daña y el abandono de lo que realmente necesitamos o sentimos, es lo que nos va hirviendo poco a poco dentro de nuestra propia agua.
Acabamos por desconectarnos y hacer invisibles nuestras necesidades, deseos y emociones reales.
Este Síndrome que se presenta cómo adaptación a elementos externos, también se puede aplicar a elementos internos tales como actitudes, creencias y conductas que tenemos hacia nosotros mismos.
A veces por cuestiones inconscientes, otras por no saber cómo cambiarlas, otras por comodidad o por los beneficios que nos suponen, seguimos repitiendo actitudes que nos dañan.
El miedo, la inseguridad, la incertidumbre, la baja autoestima, la resignación y la comodidad de lo conocido son algunas cuestiones que nos hacen seguir dentro de la olla.
El arte de adaptarse a lo dañino:
Todos conocemos a alguien que sin quejas, se adapta a lo que sea, sin discutir y se «traga» casi todo, en pos de «evitar» conflictos.
Algunas de las causas por las que no reaccionamos ante lo que nos perjudica son:
Minimizar, el malestar o justificarse con que los enfrentamientos «no valen la pena» o «no sirven para nada».
No querer reconocer el error de las expectativas que hemos creado sobre algo/alguien.
La esperanza de que la situación cambiará con el tiempo (o la persona / actitud, etc).
La resignación del «más vale malo conocido…» con la que pensamos que no nos llegará nada mejor.
La falta de contacto interno y de autoconocimiento que nos impide saber qué nos es perjudicial, qué necesitamos y deseamos.
La creencia de no poseer suficientes recursos o más opción que la de permanecer en esa situación.
Cuando las cosas se transforman de manera muy paulatina y sutil, es complicado detectar el momento en el que empiezan a cambiar.
¿Qué hacer?
Permanecer cuando algo nos hace mal es señal de que estamos autoengañándonos, escondiendo emociones, o, en el mejor de los casos, que hemos aprendido a gestionar el malestar que nos produce.
Sostener esto y no poner sanos límites implica que nos estamos dañando y abandonando.
¿Qué acciones pueden evitarlo?
- Mantener un estado de atención interna, que permita detectar a tiempo que «el agua se está calentando».
- Aprender a distinguir cuándo es necesario adaptarse y cuándo no, cuándo resulta sano y cuándo solamente es fruto de la inconsciencia, el miedo o la comodidad.
- Evitar expectativas y asumir que no se puede cambiar a nadie.
- Aceptar la realidad y tomar conciencia de cómo nos afecta.
- No aguantar situaciones con la esperanza de que cambien o por «quedar bien».
- Marcar límites en lo personal, laboral, etc. y sostenerlos.
- Animarse a saltar de la olla y hacerse cargo de lo que resulta nocivo, ya sea una persona, una situación o uno mismo. Si tenemos dificultades o no sabemos cómo hacerlo, buscar ayuda terapéutica.
- Es obvio que necesitamos relacionarnos con otras personas y por lo tanto es necesario hacer algunas adaptaciones. Ser flexibles, empáticos, aceptar circunstancias que no son las que desearíamos y tener en cuenta a los demás son actitudes sanas y deseables, pero siempre teniendo en cuenta unos límites.
- Tan perjudicial es ser intransigente e inflexible como ser excesivamente sumiso y adaptativo. Los extremos no son saludables.‼️
- Cierta incomodidad, miedo o incertidumbre son emociones normales que aparecen cuando realizamos cambios en nuestra vida o nos enfrentamos a lo que nos perjudica.
- Aprender a sostenerlas y darnos el derecho a estar bien, nos ayudará a recordar que salir de la olla es un acto de respeto, valoración y amor hacia nosotros mismos.